3.9.18

PERIDIOTISMO 3 - Crónica




El río Confuso
(Noroeste argentino, Chaco salteño)

Hay un Río, el único en el planeta, que hace lo que se le ocurra. Al no tener contrato con el mar, modifica su cauce a su antojo convirtiéndose en varios ríos, en lagunas, en un gran humedal que le da un respiro al suelo empobrecido del Chaco Salteño. Cuando se retira le encarga a sus hijos; los mal llamados madrejones, que entreguen su agua a los animales y a las personas que habitan su cuenca que es la única forma de obtenerla sin que contenga arsénico, sea salada o esté contaminada con hidrocarburos. Eso el Río lo sabe, por eso se expande e inunda. 
Es indiscutiblemente el sostenedor de la vida. Nace como río de montaña y se propaga en un abanico generoso creando un hermoso y delicado sistema natural que los seres humanos están a punto de destruir irremediablemente. Río Confuso también le dicen. Él no viene del Amazonas; es un amauta de los Andes que transmuta de piedra a arcilla, que lleva el conocimiento necesario para existir.
La evangelización, la escuela, el azúcar y la harina refinada modificaron el entendimiento de los habitantes originarios. El espíritu del lenguaje antiguo, que permitía entenderse con la diversidad de la naturaleza, ya no está presente. Las actuales generaciones de habitantes casi no entienden al Río, sólo escuchan su cauce, reaccionan a sus crecidas, pero ya no interpretan sus mensajes. Todavía es generoso y le otorga sus peces a quien lo necesita aunque cada vez es menor la ofrenda.
En su grandeza es frágil; porque su existencia es una simbiosis entre la lluvia, la vegetación y las personas que habitan su territorio y todo está trastocado. La desforestación es una plaga que no se detiene. Los tractores, como langostas de  acero, arrasan el monte para obtener espacios para el monocultivo, terrenos que en el corto plazo se desertifican porque los suelos quedan envenenados por el uso de poderosos pesticidas. Al poco tiempo no se vuelve a escuchar el llamado de los árboles al Río y este va perdiendo su razón de ser.
Los blancos, los autodenominados chaqueños o criollos se relacionan con el suelo y su entorno inversamente proporcional de cómo lo hacen los originarios. Cercan los territorios como si existiese alguna diferencia entre ambos lados de la verja y configuran su futuro, contradictoriamente, en forma estática, pero el Río no lo es. Le han hecho canciones porque reconocen su poder. Una de ellas dice:
"… y puedes echarte a andar por cauces nuevos, y paga tu libertad mi sufrimiento. Porqué te vas a llevar lo que más quiero; mi sueño, mi realidad y los recuerdos. Desbordas pagando mal mis sentimientos…"
Río Pilcomayo, así se le conoce “oficialmente” y `por su torrente viaja su pena, su enojo y su incertidumbre.

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