El río Confuso
(Noroeste argentino, Chaco salteño)
Hay un Río,
el único en el planeta, que hace lo que se le ocurra. Al no tener contrato con el
mar, modifica su cauce a su antojo convirtiéndose en varios ríos, en lagunas,
en un gran humedal que le da un respiro al suelo empobrecido del Chaco Salteño.
Cuando se retira le encarga a sus hijos; los mal llamados madrejones, que
entreguen su agua a los animales y a las personas que habitan su cuenca que es
la única forma de obtenerla sin que contenga arsénico, sea salada o esté
contaminada con hidrocarburos. Eso el Río lo sabe, por eso se expande e
inunda.
Es
indiscutiblemente el sostenedor de la vida. Nace como río de montaña y se propaga
en un abanico generoso creando un hermoso y delicado sistema natural que los
seres humanos están a punto de destruir irremediablemente. Río Confuso también
le dicen. Él no viene del Amazonas; es un amauta de los Andes que transmuta de
piedra a arcilla, que lleva el conocimiento necesario para existir.
La
evangelización, la escuela, el azúcar y la harina refinada modificaron el
entendimiento de los habitantes originarios. El espíritu del lenguaje antiguo,
que permitía entenderse con la diversidad de la naturaleza, ya no está
presente. Las actuales generaciones de habitantes casi no entienden al Río,
sólo escuchan su cauce, reaccionan a sus crecidas, pero ya no interpretan sus
mensajes. Todavía es generoso y le otorga sus peces a quien lo necesita aunque
cada vez es menor la ofrenda.
En su
grandeza es frágil; porque su existencia es una simbiosis entre la lluvia, la
vegetación y las personas que habitan su territorio y todo está trastocado. La
desforestación es una plaga que no se detiene. Los tractores, como langostas
de acero, arrasan el monte para obtener
espacios para el monocultivo, terrenos que en el corto plazo se desertifican porque
los suelos quedan envenenados por el uso de poderosos pesticidas. Al poco
tiempo no se vuelve a escuchar el llamado de los árboles al Río y este va
perdiendo su razón de ser.
Los
blancos, los autodenominados chaqueños o criollos se relacionan con el suelo y
su entorno inversamente proporcional de cómo lo hacen los originarios. Cercan
los territorios como si existiese alguna diferencia entre ambos lados de la
verja y configuran su futuro, contradictoriamente, en forma estática, pero el
Río no lo es. Le han hecho canciones porque reconocen su poder. Una de ellas
dice:
"… y puedes echarte a andar por cauces nuevos, y paga tu libertad mi
sufrimiento. Porqué te vas a llevar lo que más quiero; mi sueño, mi realidad y
los recuerdos. Desbordas pagando mal mis sentimientos…"
Río
Pilcomayo, así se le conoce “oficialmente” y `por su torrente viaja su pena, su
enojo y su incertidumbre.
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